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Día Nacional de la Memoria por la Verdad y La Justicia

Día Nacional de la Memoria por la Verdad y La Justicia

Mañana 24 de marzo conmemoramos en todo el país un nuevo Día Nacional de la Memoria por la Verdad y La Justicia, a 42 años del último golpe de Estado. Con motivo de esta ocasión que invita a reflexionar y mantener viva la memoria de los acontecimientos de los años más oscuros de Argentina, desde la FAUD recordamos un homenaje realizado a los 22 estudiantes y docentes de nuestra casa de estudios que fueron desaparecidos en los años de dictadura militar.

Matías Cismondi Duarte es el autor del mural ubicado en el patio central de la sede de nuestra Facultad en Ciudad Universitaria, dedicado a “los arquitectos de nuestra facultad, a los que no pudieron serlo, desaparecidos y asesinados”. La obra data del año 2004 y nace a partir de un concurso que se propuso para conservar la memoria de quienes nos faltan. Finalmente, la instalación fue realizada justamente el 24 de marzo cuando corría el año 2005.

Aprovechamos también para recomendar la lectura necesaria del libro “Arquitectos que no fueron”, que recopila la biografía de los estudiantes y egresados desaparecidos y asesinados, a partir de las palabras de sus familiares y amigos. Esta obra prologada por Osvaldo Bayer, se encuentra en el Repositorio Digital de la UNC para su libre acceso y circulación: https://goo.gl/Ftkjcc

Recordamos ahora las palabras del artista que dejó su valiosa obra en nuestra pared, e invitamos a participar de las actividades previstas por la UNC en el marco de la Semana de la Memoria.

En Memoria de los alumnos de esta Facultad muertos o desaparecidos por la dictadura militar de 1976, en repudio a dichos acontecimientos y reclamando verdad y justicia:

La ciudad es la obra de los arquitectos todos. De un modo
poético los mosaicos1 cantan la obra de cada época desde el
piso, el piso que caminamos. De ahí la ciudad-mosaico,
hecha por arquitectos y vivida por todos. La ausencia de
veintidós personas que eran y querían ser arquitectos es aquí
la ausencia de veintidós mosaicos que tuvieron su lugar y
fueron quitados; ausencias visibles para la memoria,
invisibles para el que no las ve. Esa es la idea de este mural,
hacer presente la ausencia de algo que nos falta y le falta a la
ciudad.

La composición del mural se estructura en base a dos ideas
de partido. La primera es la imagen de la ciudad; y la
segunda, es el modo de representarla, por manchas, por
zonas y ejes, dibujada y pintada con mosaicos. Se advertirá,
claro está, la dificultad de conseguir los mismos pisos aquí
presentados, por lo que vale la aclaración de que la imagen
final no se verá de esta manera menos lograda ya que los
pisos elegidos responden a tipos disponibles. Aquí el valor de
cada piso reside en su calidad representativa de una época,
de una cultura y un tiempo, además de su valor cromático,
por lo que se cree adecuado el término tipos.

Se considera necesaria y apreciable la inclusión de los
nombres en el mural de los ex alumnos y docentes referidos,
del mismo modo que no se consideran necesarias sus
imágenes fotográficas. La modalidad sugerida por el mismo
mosaico es parte indisoluble de la obra, tan importante como
los pisos. Es la huella visible que dice que allí hubo un
mosaico, y precisamente son los nombres de ex alumnos y
docentes de la facultad. Se busca reflexionar sobre la
dualidad, e invertirla, del lleno y el vacío, opuestos si se
quiere e inclusive a veces uno más importante que el otro,
pero indisolubles al fin, ya que se prescinden mutuamente.

Los mosaicos son elementos arquitectónicos con gran
contenido significativo de tiempo, el cual va de la mano de la
memoria. Con el tiempo las modulaciones de los pisos
cambian, como así también los materiales y los tratamientos
que generan diferentes texturas y colores particulares;
además de la trama, dibujo o figura que los hace aún más
reconocibles. Y lo peculiar es que convivimos con ellos
diariamente, en ese otro tiempo, el que se transcurre, no esa
línea de manual de cuarto grado, sino ese fuego sin imagen
que lame las piedras y acecha en los vanos de las puertas.2

El mural se pensó desde lo escultórico, con ensamblajes que
logran un objeto con volumen propio, compuesto de
volúmenes reales y virtuales, luces y sombras, encontrando
al mosaico como materia que no va a ser solamente vehículo
de un pensamiento o de una idea, sino que tiene algo que
decir.3

A los arquitectos de nuestra facultad, a los que no pudieron
serlo, desaparecidos y asesinados.

1 Se usa aquí mosaicos por los distintos pisos, ni por rima ni por
verso, sino por su connotación que colabora a expresar la idea del
mural, que surge del concepto general de mosaico.
2 Julio Cortázar, Rayuela, 13º ed., Buenos Aires, Sudamericana,
1963, pág. 544.
3 Martín de Ugalde, Hablando con Chillida,3º ed., San Sebastián,
Txertoa, 2002, pág. 55.